En la antigua cosmovisión azteca, emerge el Mictlán, un reino enigmático que yace en la penumbra de lo etéreo. El Mictlán se erige como el último suspiro de la vida, un ocaso donde los destinos convergen en el abrazo profundo de la tierra.

 

En este oculto dominio, las raíces de nuestro proyecto se entrelazan con el mito, hilando fragmentos del viaje más allá de la realidad tangible. La pantalla se convierte en el espejo de la muerte, donde cada gráfico es un pincelazo de lo inevitable. Entre pixeles, el Mictlán se revela, resplandeciendo en la pantalla como el eco inmortal de un viaje que todos, en algún momento, emprenderemos.